El erotismo del mexicano

Por: Mariana Dávila Moreno y Francelia Rodríguez Ceballos

REALIZADO PARA LA MATERIA TALLER DE PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN DE LA UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA (PRIMAVERA 2013). MTRO. EDUARDO PORTAS

El erotismo es un juego que apela a los sentidos, una invitación sensual que deja algo a la imaginación y que no necesariamente concluye en un acto sexual. Los besos, las caricias y las pláticas son ejemplos de éste. En el caso del mexicano, este concepto no es del todo claro ya que muchas veces lo liga o lo tiende a confundir con la pornografía, la cual se enfoca en mostrar sexo explícito.

Esta confusión deriva de una ignorancia que se origina, entre otros factores, de una mala educación sexual y un hermetismo en la sociedad mexicana en torno a este tipo de temas. Factores como el catolicismo, los prejuicios, los tabúes, las críticas, y el rechazo generan que el mexicano no acepte ni asuma su erotismo plenamente. Pese a esta represión, su sexualidad latente lo orilla a buscar válvulas de escape. Los cines porno como el Savoy y el Venus, la literatura erótica como el libro Cincuenta sombras de Grey, los albures, el libro vaquero y eventos pornográficos y eróticos en vivo son algunas de éstas. Dichas propuestas, algunas socialmente más aceptadas que otras, permiten que el mexicano experimente su erotismo más plenamente.

Un acercamiento al erotismo

Llegamos a casa de la sexóloga Alessia Di Bari diez minutos después de lo acordado debido al tráfico de Palmas. Su departamento se ubica en el cuarto piso del primer edificio que se ve al cruzar la caseta de seguridad. Tocamos el timbre e inmediatamente, con una sonrisa, la entrevistada nos invita a pasar. Al abrir la puerta lo primero que percibimos es una pequeña mesa donde ha colocado tres tazas para que tomemos té.

Es un día soleado, la ventana que se encuentra en la sala alumbra toda la estancia. Le indicamos a Alessia que se siente en el sillón que está de espadas a la cocina. En lo que preparamos la cámara ella nos cuenta que antes de obtener su título en el Instituto Mexicano de Sexología (Imesex) estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana, que es de Tabasco y que no siempre le ha sido fácil con su familia y dentro de algunos círculos sociales hablar abiertamente de su profesión como terapeuta sexual.

Cuando le informamos que la grabación está por iniciar, ella toma un sorbo de su té y se acomoda los lentes de pasta negra y, entonces, comienza a hablarnos acerca del erotismo. Señala que éste, a diferencia del acto sexual como tal, es más sutil y refiere a la sensualidad. En sus palabras, “el erotismo es un velo que tiende a dejar algo a la imaginación”.

A continuación le preguntamos acerca de la diferencia entre sexo, pornografía y erotismo. Alessia contesta que el primero se refiere al género de las personas, la parte biológica que los determina como hombres o mujeres. El segundo y el tercer concepto, en cambio, tienden a mezclarse entre sí y son cambiantes pues están sujetos al contexto social y cultural de un lugar. Para ejemplificar esto habla de cine y de cómo la escena de la película Gilda (1946), en la que Rita Hayworth se quita un guante, fue considerada en su momento pornográfica y hoy le resulta a las audiencias apenas sensual.

La memoria en la tarjeta de la cámara se termina, pausamos la grabación por un momento y después encaminamos la entrevista al tema de cómo el mexicano vive el erotismo. Alessia menciona el libro vaquero  como un ejemplo claro de la idea que el mexicano tiene del sexo. Este revista, que hasta el año pasado, tenía un tiraje de 400 mil ejemplares a la quincena y contaba con un total de 4 millones 800 mil lectores, según la Cofetel es, en palabras de la sexóloga “a lo que tienen acceso los mexicanos y aunque es considerado pornográfico y estereotipa no hay que satanizarlo”.

A continuación, le arrojamos a Alessia los datos del estudio Sexualidad e inteligencia erótica de los mexicanos realizado por la Asociación Mexicana de Agencias de Mercado e Investigación (AMAI) en septiembre de 2012, el cual establece que un 76% de los mexicanos no hace nada especial previo a una relación sexual, es decir no practica el erotismo. El estudio también revela que siete de cada diez no experimentan una satisfacción sexual plena. Le preguntamos si esta falta de práctica en el erotismo puede interpretarse como una insatisfacción y cómo es que los tabús y las creencias del mexicano se reflejan o no en estos datos. Su respuesta es interesante. En primer lugar, habla de que la falta de erotismo no se traduce necesariamente en una insatisfacción, ya que “hay gente que no necesita más que de esos 10 o 12 minutos que dura una relación sexual para sentirse pleno”. En segundo lugar, habla de los diferentes tipos de sociedades mexicanas que existen dentro del país. Afirma que hay mexicanos que viven en la ignorancia y no saben cosas tan básicas como en qué situaciones puede una mujer quedar embarazada, que hay otros mucho más conservadores (que reducen el erotismo a caricias y besos) y también que hay quiénes son más abiertos y juguetones y gustan de experimentar. Estas declaraciones las comprobaríamos un par de días después cuando saliéramos a las calles de la ciudad a preguntarle a la gente sobre su aproximación al tema del erotismo y acerca de sus fantasías sexuales.

Después Alessia toca el tema de la inmediatez y la intimidad. De la manera en que somos una sociedad que está acostumbrada a vivir aceleradamente. Dice que tal vez es de este culto a la rapidez de donde proviene la falta del erotismo en el mexicano, ya que el erotismo exige tiempo para conocer al otro; descubrir aquello que le gusta y satisface.  A fin de cuentas, “demanda una intimidad que a veces puede ser amenazante y que no cualquiera está dispuesto a sentir”.

La entrevista termina. Alessia prepara más té y las tres nos sentamos en la mesa a platicar un rato. Ella cuenta un poco acerca de su vida, de cómo pasó de ser comunicóloga a sexóloga (la sexualidad fue un tema que siempre le atrajo y que exploró en todos los cortometrajes y trabajos que realizó a lo largo de la carrera de Comunicación) y de los prejuicios a los que a veces se enfrenta, en fiestas y sobre todo con los hombres, por ser quién es. También nos comenta lo difícil que le resultó el segundo año de la carrera en el Imesex y de que ahí se hizo amiga de un sacerdote al que le costó mucho terminar la licenciatura.

Al cabo de un rato nos despedimos de la entrevistada y le agradecemos su hospitalidad. Ella sonríe y nos dice que no dudemos en volverla a llamar en caso de necesitar algo más.

Preguntas incómodas

El chofer nos deja en la calle de Hamburgo. Es una tarde de sábado y la Zona Rosa está bastante llena. Lo primero que salta a nuestra vista cuando bajamos del coche es la Sex Shop Erotika que está en la esquina. Nos asomamos a la tienda y podemos ver maniquíes con lencería, vibradores y otros productos desconocidos, no hay clientes todavía, tal vez aún es temprano.

Antes de comenzar con las entrevistas, hacemos tomas de las calles y de gente paseando, notamos que hay muchas parejas. Por fin nos animamos a iniciar el reporteo, nos sorprendemos al ver que la gente está dispuesta a hablar del tema. Pensamos que, al escuchar las palabras “erotismo” y “sexualidad”, muchos de los posibles entrevistados rechazarían la entrevista. Pero no es así, todos aceptan contestar nuestras preguntas, aunque la mayoría de ellos ríe nerviosamente cuando se las planteamos. Para tener una variedad de respuestas elegimos a todo tipo de personas: mujeres, hombres, parejas heterosexuales y homosexuales. En general, descubrimos que la mayoría de las personas no sabe definir el erotismo y que, salvo ciertas excepciones, lo practican principalmente con caricias y besos. También descubrimos que todos, salvo uno, tienen alguna fantasía sexual, aunque casi nadie se atreve a llevarla a cabo o a compartirla.

-Cerca del metro Mixcoac hay un mercado que tiene bastante gente los domingos. Recorremos todos los puestos para encontrar a más personas a quiénes entrevistar. El objetivo del cambio de locación es ver qué tanto varían las respuestas  de una zona a otra. Descubrimos que estas variaciones son mínimas. Al igual que en la Zona Rosa, en Mixcoac algunos de nuestros entrevistados tienen problemas definiendo el erotismo y también se muestran reticentes a compartir sus fantasías sexuales. Sin embargo, les preguntamos si han leído literatura erótica, sorprendentemente muchos responden que sí; un policía habla del Marqués de Sade, una pareja confunde la literatura erótica con el libro vaquero. Llama la atención que nadie mencione siquiera el libro erótico más vendido de 2012, Cincuenta sombras de Grey.

Mexicanas bajo la sombra de Grey

Ángeles entra a su cuarto y nos enseña los libros y materiales que utiliza como maestra de Kinder. Entre ellos, por equivocación, se encuentra  uno cuya foto de portada es una corbata gris con fondo negro y tiene como título Cincuenta sombras de grey. Después de salir de su habitación, nos da un recorrido por la casa hasta llegar a la sala. Antes de empezar a grabar, se sienta en su sillón blanco y acomoda un peluche de caballo que forma parte de la toma. Mientras nosotras preparamos la cámara, ella toma el libro y lo hojea al mismo tiempo que suelta una risa nerviosa.

Como la mayoría de las mexicanas, Ángeles nunca había leído literatura erótica hasta que se encontró con el libro que sería el más vendido en nuestro país en el 2012 . Entre la pena y el nerviosismo, nos cuenta como el libro de E.L. James modificó su pensamiento tradicional con respecto al erotismo e incluso la relación sexual con su pareja:

«Creo que sí me da inquietud por saber que es lo que estoy leyendo.  A mi esposo sí hay algunas cosas que sí le digo:  ‘mira aquí dice esto vamos a intentarlo’. Antes era mas tradicional  y ahorita ya intentamos varias cosas, y la verdad nos han funcionado bien y nos gusta».

Pero Ángeles es sólo un ejemplo de como el libro ha despertado la curiosidad y deseo sexual en la mujer mexicana. Un estudio realizado a 4 mil 470 mujeres en México por el portal Ashley Madison, sitio dedicado al encuentro de parejas infieles, reveló que  el 43%  tras leer la obra quieren vivir una relación sexual sadomasoquista mientras que el 64% sienten más deseo sexual y desean explorar una variedad de nuevas y más eróticas experiencias.

La entrevista continúa y la maestra de preescolar  nos platica sobre cómo Cincuenta sombras de Grey le ha ayudado a elevar su autoestima. En sus palabras, «no es nada más formas diferentes de tener sexo, también es tener más autoestima como mujer».  Aunque ésta respuesta fue una sorpresa para nosotras, Georgina,  abogada de 23 años, nos confirmaba en su entrevista que efectivamente las mujeres se sienten más seguras de sí mismas en cuanto a su sexualidad a partir de la lectura del libro.

«Lo que hizo (el libro) fue  darme más confianza y me di cuenta que hay muchísimas cosas que no he probado, y que si te aburres en una relación es porque no tienes imaginación», nos platica en voz baja mientras voltea a todas partes como si tuviera miedo de que alguien la escuchara.

Anastasia, uno de los personajes de la novela, es una joven retraída, conservadora y tradicional. En los tres libros, ella poco a poco conoce más su cuerpo y experimenta  actos sexuales sadomasoquista con Grey, el personaje principal. Aunque Anastasia se somete a Grey, ella trata de curar sus  heridas emocionales «salvándolo» con amor. Este desenvolvimiento de la sexualidad así como la idea de que «por amor todo se puede» es un elemento que lleva a las lectoras a identificarse con Anastasia, según  Alessia Di Bari, sexóloga del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex).

«El libro tiene como este buen tino de apelar al romanticismo extremo que tenemos las mujeres de esta salvadora, y de que con amor sus heridas emocionales van a cambiar y él va a ser una mejor persona y se va a entregar solo a mí. Yo siempre digo que es como una novela de Televisa erótica porque es como chica pobre conoce a chico multimillonario malo, pero porque tiene una herida emocional importante que ella salva con amor, y al final terminan juntos por siempre y para siempre y son felices el resto de sus vidas», nos cuenta mientras se acomoda en el sillón y le da un sorbo a su té.

Wenceslao Bruciaga, escritor y periodista de Time Out concuerda con la sexóloga en el elemento de identificación con los personajes. En la entrevista en la cafebrería El Péndulo, donde los libros adornan las tomas y las ventanas atrás de nosotras nos sitúan en las calles y edificios eclécticos de art nouveau característicos de la colonia Roma, el colaborador de The Guardian nos comenta que él encuentra dos modos de identificación de los lectores con la novela.

«El primer modo es con los personajes de la novela pero también hay un código de identificación por fuera que dice ‘mira, estoy leyendo Cincuenta sombras de Grey y soy cada vez más liberal’. Es una herramienta para verse más o menos ah doc con la sexualidad o el erotismo moderno.»

Durante la entrevista, mientras se acomoda sus lentes de pasta negra, Wenceslao siempre nos recuerda que por ser gay, su visión de las cosas podría estar sesgada. A pesar de ello, el continúa diciendo que el libro es una herramienta para hablar de estos temas sin que uno se vea mal ya que no estás hablando sobre tu sexualidad en sí sino sobre la del libro. También menciona los albures tan populares en la sociedad mexicana como una manera de aproximarse a la sexualidad sin ser mal visto.

Del papel a los juguetes sexuales 

Al terminar  el encuentro con el periodista, nos dirigimos una vez más a la Zona Rosa. Aunque durante el día el ambiente del lugar es bastante diferente al de la noche, todavía se reconocen sus establecimiento más característicos: las sex shops. Para comprobar como el libro había influenciado en el consumo de juguetes sexuales en los mexicanos, nos dimos a la tarea de recorrer estas tiendas y preguntar por las famosas bolas chinas que salen en la novela.

Entramos a Erotika, una de las sex shop más conocidas de la Zona Rosa sobre la calle de Hamburgo. Al entrar, lo primero que vemos son las paredes pintadas de rosa mexicano con algún vinil en negro. Las luces moradas y verdes nos guían por toda la tienda. Aceites para masajes y películas porno son los primeros artículos en la tienda. Mientras nos adentramos, las luces se hacen un poco más oscuras. En medio aparecen dildos de varios tamaños y colores y al fondo, en una pared roja, se encuentran colgados  disfraces, donde alguno que otro son para actos sadomasoquistas.

Desde que se publicó  Cincuenta sombras de Grey en julio del 2012 hasta la fecha, las ventas de Erotika han aumentado un 40%, incluyendo las bolas chinas. Lo mismo ha pasado con Afrodita, una sex shop más chica que Erotika pero con mucha clientela. En su caso, las ventas han aumentado un 50%.

Al entrar, preguntamos si podemos hablar con algún vendedor. Daniel, de 27 años, se acerca a nosotras y nos responde que él puede platicarnos sobre cualquier artículo. Mientras preparamos la cámara y el micrófono, observamos los artículos de la tienda. Aunque no es tan grande como Erotika, sus paredes blancas y sencillas le dan un diseño menos llamativo a la sex shop. Al adentrarnos en Afrodita, nos damos cuenta que en un stand se encuentra el libro de Cincuenta sombras de Grey rodeado de  bolas chinas doradas. Daniel, al ver nuestra cara de sorpresa, nos empieza a platicar sobre cómo el libro les ha ayudado a vender este juguete sexual.

«El libro empieza a romper muchos tabúes de lo que son las bolas chinas y lo que es una sex shop porque muchos  piensan que este tipo de tiendas es como  maldito pero al contrario, es para que te vayas despertando. El libro si nos ha ayudado a vender más las bolas chinas.»

Mientras sentimos en las manos el peso de diferentes bolas chinas doradas, plateadas y de plástico que Daniel nos enseña, él nos cuenta que la mayoría de los clientes que compran este juguete sexual son parejas, y que en el caso de la mujeres,  son jóvenes de 20 años hasta señoras de 70 años. Al ver nuestra cara de extrañeza por la sensación del juguete sexual, el vendedor nos confirma que los clientes preguntan por las bolas chinas dando como referencia Cincuenta sombras de Grey.

«Por el libro me han llegado a preguntar qué son las bolas chinas o para qué sirven. La novela ayuda lo que es fantasear y también te ayuda para conocer  las bolas chinas u otros juguetes sexuales o aceites para masajes, lubricantes y todo eso.»

La sexóloga Alessia Di Bari también nos cuenta cómo en sus talleres sexuales, las bolas chinas son los juguetes de moda: «Antes cuando las bolitas chinas eran como equis, nadie las pelaba, ahora todo mundo las quiere. No me acuerdo como le llaman en la novela pero son unas bolitas muy famosas, entonces ahora todos quieren bolitas chinas y está increíble.»

Según la experta, el libro ayuda a que el mexicano se pueda abrir a posibilidades, a buscar cosas nuevas. En sus palabras, «ayuda a que  te sientas mejor viviendo tu sexualidad, de que este ejercicio lo vivas de la manera que quieres y no de la que te han dicho que debe ser.»  A las mexicanas les ayuda a explorar más el erotismo, a experimentar nuevas cosas, a sentirse más segura de sí mismas y e ir rompiendo poco a poco los tabúes propios de nuestro país.

Para ella, Cincuenta sombras de Grey apela a una sexualidad ruda pero amorosa y más para los mexicanos puesto que el libro junta a la mujer como puta y como santa: «en el libro yo puedo ser el amor de su vida y además puedo ser una fiera en la cama».

Sin embargo, pese a la buena recepción que ha tenido en México, el libro no representa la única propuesta interesante que despierta la sexualidad del mexicano. La industria del cine porno nacional también va adquiriendo fuerza poco a poco y este año hasta ha tenido oportunidad de organizar eventos inéditos en el país.

Festival de cine erótico lésbico

Entre el bar Juan Soldado y restaurantes como la crepería Cluny, el table dance Bada Bing, ubicado en Avenida de la Paz, apenas salta a vista. Si no fuera por el discreto letrero rosado que parpadea en el techo, uno ni siquiera pensaría que es un local. La entrada está adornada por un hombre vestido de negro que se recarga, aburrido, en la pared. Son las 9:00 pm y todavía no hay mucho movimiento. Sin embargo, el Festival de cine erótico lesbian que se llevará a cabo a las 11:30 apunta a que será una noche interesante.

De acuerdo con Héctor Reyes- uno de los organizadores del evento y director de la casa productora de videos pornográficos Matlarock- “El festival surgió de la idea de los del Bada Bing. Me dijeron que organizara un lesbian week y les propuse grabar una película porno en vivo, lo que causó sensación porque estuve investigando y no se había hecho jamás en México. Grabar porno con público, nunca”.

Héctor viste una playera blanca y lleva una gorra que le da un aire juvenil. Mientras nos conduce por la puerta de atrás hasta los camerinos de las actrices, podemos notar que está emocionado y nervioso. El cuarto donde las chicas se arreglan es pequeño; cuenta con un sillón rojo, un ventilador roto y una barra donde el equipo de producción se prepara. El suelo está adornado por cables, mochilas, planchas para alaciar el cabello y estuches de maquillaje.

Melody Petite, actriz porno de Matlarock tiene 20 años, pero sus rasgos todavía son de niña. Viste un top color turquesa que deja poco a la imaginación.  Muy segura de sí misma, nos cuenta cómo se adentró a la industria del porno. “Decidí hacer películas porno porque me gusta la sexualidad, me gusta enseñar mi cuerpo, soy exhibicionista y estando en la Expo sexo fue donde descubrí que esta era mi vocación.” Matlarock dio con ella gracias a los videos caseros que subió a la web.

A continuación, Melody habla de los prejuicios a los que se ha enfrentado, sobre todo con su familia, así como de su vida en pareja. Es casualmente en este momento cuando su novio Erick- actor porno también- entra al cuarto. Toma asiento junto a ella y sale a cuadro. A diferencia de su novia que es risueña y narcisista, Erick es tímido y sencillo. La historia de cómo evolucionó su relación es interesante ya que, en contra de lo que uno podría suponer, se conocieron en la escuela y no haciendo porno. “En nuestro caso fue primero lo emocional. Yo le dije que quería que fuera una relación completamente honesta […] El paso del tiempo nos llevó a otras cosas y cuando decidimos entrar al porno ya lo habíamos hablado y experimentado con otras personas”, comenta Melody.

La entrevista termina y la actriz va a reunirse con Héctor. Su lugar en el sillón es ocupado por Eugenio Matlalcuatzi, productor y co-fundador de Matlarock.  Antes de que comencemos con la ronda de preguntas que preparamos para él, “Matla” toma su guitarra y empieza a cantar. Cuando termina de tocar, le preguntamos si para él existe una diferencia entre erotismo y pornografía, a lo que responde: “Para mí lo erótico es algo más íntimo. Hacerlo con mi pareja en la intimidad, aunque tenga una cámara ahí escondida, es algo muy mío. La pornografía es ya algo masivo, un entretenimiento para la gente”. Días más tarde, Héctor y Erick nos darán una respuesta similar al afirmar que “El erotismo es el preámbulo de la pornografía”,  según el primero y “No el acto sexual en sí, sino fantasear con la pareja”, de acuerdo con el segundo.

“Matla” afirma también que en una escena de sexo debe haber penetración para que ésta se considere pornográfica. De ahí que este Festival Lésbico no sea realmente de su interés. Cuando lo cuestionamos entonces de por qué se animó a hacerlo nos dice que “porque es una manera de que nos conozcamos todos los pornógrafos que hacemos este tipo de trabajos y así nos apoyemos los unos a los otros para que realmente sea una industria, ya que ésta todavía se encuentra en pañales”.

Lo que “Matla” dice es cierto. A pesar de que México ocupa el segundo lugar mundial en visitas y creación de sitios porno y se encuentra dentro de los primeros diez consumidores de pornografía a nivel mundial, según la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI), todavía no cuenta con una industria establecida. Actualmente sólo existen dos casas productoras en el país: Matlarock en la ciudad de México y SexMex en Guadalajara.

Alrededor de las 10:30 pm, Héctor pide que nos retiremos ya que tiene que recibir a otros medios. Nos acompaña hasta las puerta, se despide cálidamente y nos agradece el haber venido. De vuelta en la calle, el bullicio de Avenida de la Paz invalida lo que sucede dentro del Bada Bing. Las mujeres semi-desnudas son reemplazadas por parejas que visten elegantemente y valet parkings chiflando. Pareciera que se trata de un mundo totalmente distinto.

Porno hecho en México

Es lunes en la noche y el departamento de Héctor Reyes se encuentra lleno de gente: Erick, Melody, Matla, tres productores más y su novia están revisando el material que grabaron la noche del viernes en el Bada Bing. A través de un estante de madera que contiene macetas con plantas colgantes, alcanzamos a ver fragmentos de escenas en la pantalla. Todos nos saludan con amabilidad y bromean con nosotras, su calidez nos hace sentir bienvenidas y nos da confianza para montar la cámara y el tripié.

Mientras desenredamos el cable del micrófono, Erick se acomoda en un pequeño sillón café y nos cuenta de la buena recepción que tuvo el Festival de cine erótico. Luego comenzamos a grabar y le preguntamos acerca de sus inicios en la industria del porno. Contesta que “Desde antes de hacer películas, yo ya estaba metido en el mundo del sexo, pues también soy escort; acompañante de mujeres y parejas. Después Melody y yo empezamos a hacer videos amateurs y así comenzó la cosa”.

A sus 22 años, Erick ya tiene una trayectoria en la industria. Ha grabado alrededor de 40 videos, por cada uno le pagan entre $2000 y $2500. Cuenta que su familia y amigos lo han apoyado siempre en lo que hace y no lo ven como algo indigno, sino como un trabajo más. También declara que a causa de la doble moral del mexicano mucha gente a veces no se atreve a perseguir sus sueños y entrar al medio.

Terminamos la entrevista justamente preguntándole si ser actor porno es su sueño. Erick sonríe y asiente “Sí, este es mi sueño. Todo esto. La verdad es que lo disfruto y voy a tratar de seguir aquí mientras pueda”.

Finalmente es el turno de entrevistar a Héctor. Hoy viste una playera con estampado floreado y su gorra habitual. Se coloca el micrófono a la perfección, se nota la experiencia que tiene dando entrevistas.  Nos habla acerca de los inicios de Matlarock y nos cuenta los primeros retos a los que se enfrentaron. Uno de ellos fue conseguir quién actuara en las películas, por lo que tuvieron que ser ellos los que protagonizaron la primera.

Al igual que “Matla”, decidió hacer cine porno porque se cansó de consumir porno gringo, debido a que aquellas producciones no se identificaban en nada con la cultura mexicana. De ahí surgió la idea de comenzar a desarrollar una industria que resaltara lo nacional: que estuviera en español, que mostrara partes de la ciudad y que utilizara actores que cumplieran con el estereotipo mexicano. Filmar al “cuate panzoncito, moreno, sin un pene enorme […] y a la chava que puedes ver vendiendo los jugos, en el pesero, en el metro.” Confiesa que su objetivo es lograr que el público se identifique con el material que consume, hasta poder fantasear con que es el mismo personaje.

A diferencia de Melody y Erick, para Héctor ha sido más fácil dar la cara por su profesión. Comenta que cuando recién optó por decir de frente a qué se dedicaba pensó que “iba a ser sacrificado por todo el mundo”. Para su sorpresa no ha sido así. “De repente llego a reuniones familiares, a bodas, a quince años y soy el centro de atención, he tenido más aceptación que rechazo”.

A pesar de ello, no descarta lo difícil que ha sido mantener la casa productora y crecer. “Es difícil porque para México todavía es un tabú. Nadie te dice abiertamente que le gusta el porno. Es más, se sigue pensando que es como algo ilegal, que debe manejarse bajo el agua. Precisamente por eso decidí dar la cara. Sé que este es un mundo ya medio cochinón, entonces estoy tratando de no embarrarlo más.”

Wenceslao Bruciaga, escritor y periodista de Time Out, concuerda con esta visión de la doble moral en el mexicano. Afirma que mientras el catolicismo siga estando tan arraigado a nuestra cultura, el tema del sexo va a seguir siendo visto como algo prohibido, pues siempre será ligado a la culpa. De ahí que concluya que el cine porno, aunque es una válvula de escape a la que el mexicano recurre, difícilmente será aceptado abiertamente.

A su vez, Alessia Di Bari establece que si bien no todas estas propuestas son aceptadas no dejan de ser válidas ya que “acercan la sexualidad nosotros, nos las ponen enfrente, nos muestran de qué va. Nos muestran un mundo diferente al que no todos tenemos acceso y que no todos conocemos, pero es voltear a verlo y decir ‘existe’. Puede que no me guste, puede que no comparta pero existe y está bien, forma parte de todo lo que es la sexualidad.”

Bibliografía

  • Estudio Sexualidad e inteligencia erótica de los mexicanos realizado por la Asociación Mexicana de Agencias de Mercado e Investigación (AMAI) en septiembre de 2012.