Este es un videoensayo de Dani Heftye realizado para la materia Comunicación Global de la Carrera de Comunicación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México (Otoño 2024, Dr. Eduardo Portas)
En los últimos años, el internet ha transformado la forma en que nos comunicamos y conectamos con los demás. Pero al mismo tiempo, ha permitido la propagación de subculturas extremistas y peligrosas. Una de estas subculturas son los llamados incels. Soy Daniela Hefti y en este video vamos a ver cómo las redes sociales han convertido estos espacios en comunidades sumamente radicales. Y también veremos cómo este fenómeno digital ha contribuido a la misoginia, la violencia de género y a la normalización de discursos de odio. Por último, exploraremos cómo este fenómeno ha impactado en México.
Para entender mejor esta comunidad, primero debemos explicar un poco sus orígenes. La historia comenzó en 1997 cuando una mujer de 24 años creó una página web llamada Proyecto de Celibato Involuntario, de donde surge el término incels. Este espacio fue pensado como un lugar de apoyo global donde las personas podían compartir sus frustraciones sobre la soledad. Sin embargo, poco a poco esta frustración compartida dio paso a un resentimiento profundo hacia las mujeres, que eventualmente llegó al odio.
Los incels, o celibes involuntarios, son hombres que dicen ser incapaces de tener relaciones románticas o sexuales con mujeres como les gustaría. En foros en línea, los incels utilizan conceptos como Chad y Stacey, donde Chad representa al hombre ideal que conquista a todas las mujeres, mientras que Stacey es una mujer superficial que rechaza a los hombres como ellos. Esta idea es su base para representar la dinámica de género según su visión. De este modo culpan a las mujeres y a la sociedad por su situación, justificando así su propio sufrimiento y construyendo una identidad en la cual ellos siempre son las víctimas.
Conforme estas ideas se comienzan a reforzar en las comunidades en línea, se crea una visión distorsionada de la realidad. Pero ¿cómo pasa alguien de sentirse solo a unirse a una comunidad de odio? Aquí es donde entra el papel de las redes sociales y los algoritmos. Cuando alguien comienza buscando apoyo en línea, puede terminar en un espacio lleno de contenido tóxico y misógino debido a las recomendaciones de plataformas como YouTube o Reddit.
Estos algoritmos están diseñados para maximizar el tiempo que pasamos en la plataforma, lo cual significa que nos recomiendan contenido que saben que provocará más reacciones. Reddit, 4chan y antes H-chan son algunos de los espacios donde estos hombres se reúnen, pero también plataformas como YouTube, TikTok, Facebook, X e incluso Instagram tienen contenido que alimenta esta subcultura. Cada clic lleva al usuario a más contenido que provocará que su resentimiento sea reforzado. Además el algoritmo también crea una burbuja de creencias compartidas.
En poco tiempo al usuario le dejan de salir otros puntos de vista, y esto ocasiona que únicamente interactúe con personas con pensamientos como los suyos. Esto da lugar a una comunidad que refuerza constantemente sus propios prejuicios, promueve la creencia de que sus problemas no tienen solución y le sigue echando la culpa de su situación a las mujeres y a la sociedad. El movimiento Incel inició en países angloparlantes, sin embargo su influencia se ha extendido rápidamente a otras partes del mundo, como es el caso de México. En este país la violencia de género es un grave problema nacional ya que diariamente las mujeres enfrentan amenazas y agresiones y hay un promedio de entre 9 a 10 asesinatos al día.
Conociendo esta situación, en los últimos años el discurso ha agregado un nivel de peligro. A medida que estas ideas llegan al país, se combinan con un contexto de porcilla muy complejo de desigualdad y violencia contra las mujeres. En redes sociales se pueden encontrar comunidades en México donde hombres difunden ideas incel e incluso culpan al feminismo de sus problemas y tergiversan los mensajes feministas para
En estos grupos se critica y deshumaniza a las mujeres, y muchas veces también se justifica la violencia hacia ellas. Y además de los comentarios en línea, la presencia de estos discursos en plataformas ha hecho que cada vez más jóvenes en México se expongan a estas ideas desde una temprana edad y formen su personalidad e ideologías a partir de esta falsa filosofía de vida. Gracias a este primer acercamiento, se han ido normalizando actitudes que reforzan la violencia de género y se promueve un arquetipo de hombre y mujer basado en principios erróneos y altamente peligrosos.
Pero ¿por qué estos hombres se sienten atraídos por comunidades tan extremas? Esto se debe al aislamiento social. Muchos insults se encuentran con suelo en estas comunidades porque no tienen una red de apoyo en el mundo real. Al sentirse incomprendidos y rechazados, estos espacios en redes sociales se convierten en su refugio, y hace este mismo refugio el cual refuerza su aislamiento, creando así un círculo vicioso bastante negativo. El acceso a contenido extremista y el aislamiento son la combinación que genera la radicalización.
Mientras más tiempo pasan en estos espacios, más profundos se vuelven sus resentimientos y menos oportunidades tienen de salir de esa dinámica. La radicalización de los incels no se queda solo en el mundo digital. Existen varios casos de incels que han cometido actos de violencia en nombre de sus ideologías. Aunque en México aún no ha ocurrido un ataque físico como tal por algún miembro de la comunidad, la influencia de esta cultura ha aumentado la violencia de género. Y si esta tendencia continúa, podremos ver un incremento en la radicalización y posiblemente actos de violencia más graves en un futuro.
Para poder comprender mejor por qué comunidades tan extremas como estas se desarrollan y continúan en la actualidad, debemos recordar el concepto de identidad líquida de Sigmund Baumann. Baumann describe cómo en la modernidad nuestras identidades son inestables y cambian constantemente. A diferencia del pasado, donde las personas tenían más claros cuáles eran sus roles y sus raíces, en la actualidad podemos observar que las identidades son mucho más moldeables, frágiles y frecuentemente construidas a partir de nuestras interacciones digitales.
Esto tiene un impacto relevante en comunidades como la de los incels. Los incels representan perfectamente un ejemplo de esta crisis de identidad. Muchos de ellos se ven a sí mismos como víctimas de un sistema que perciben como injusto. Y su identidad se construye entonces a partir del rechazo que sienten y de la soledad. A través de lo digital, esta identidad se refuerza constantemente a partir de narrativas que tienen en común, memes y comunidades cerradas. Sin embargo, como señala Bauman,esta identidad líquida es inevitablemente insatisfactoria. Aunque les permite pertenecer a un grupo, también los deja atrapados en un ciclo de aislamiento y resentimiento que continúa manteniendo su desconexión con el mundo real.
Además, Bauman describe a figuras como el turista y el flaneur, que van flotando por la vida sin comprometerse a nada y tampoco echan raíces. En muchos sentidos, los insults pueden ser vistos como estos dos, ya que vivían en un mundo digital donde no establecen conexiones profundas fuera de su comunidad y esta falta de compromiso real los lleva a experimentar un vacío existencial. Y este vacío no solo alimenta su enojo, sino que también los incita a adoptar actitudes radicales para llenar ese hueco.
Por otro lado, Noam Chomsky también puede ayudar a entender esta propagación de ideologías extremistas en el mundo digital. Y esto es a partir del poder del lenguaje y el uso de los medios de comunicación como herramientas de control. De acuerdo con Chomsky, el lenguaje se utiliza para mantener el status quo y perpetuar estructuras de poder.
En el caso de los incels, su propio lenguaje interno, el cual contiene términos como Chad, Stacy o Black Bill, refuerza esta visión que tienen tan distorsionada de la realidad. Este lenguaje les da un sentido de pertenencia y también crea una visión que justifica su odio hacia las mujeres y la sociedad. De igual manera, Chomsky argumenta que los medios de comunicación, incluidas las plataformas digitales, pueden ser métodos de propaganda. Tal vez en un inicio, los algoritmos de las redes sociales no fueron diseñados con esta intención.
La manera en la que funcionan encaja perfectamente con lo que menciona Chomsky. Esto es que refuerzan creencias ya existentes y radicalizan a los usuarios al mostrarles contenido que puede provocar fuertes reacciones emocionales. Este lenguaje algorítmico, por así decirlo, no solo va estructurando lo que consumimos, sino que también nos aleja de perspectivas que podrían llegar a cambiar nuestras ideas preconcebidas, lo cual puede resultar bastante peligroso.
En el caso de los Incels, las plataformas digitales pueden actuar como propulsoras de su discurso de odio. Por lo tanto, cada clic, comentario o reacción en estos espacios únicamente ayuda a reforzar su narrativa, convirtiendo lo que podría haber sido una busca de apoyo en un entorno tóxico donde la radicalización se vuelve inevitable. Dicho lo anterior, es importante recordar que este fenómeno no solo afecta a los incels como individuos, sino que también hay un enorme impacto en cuanto al papel que tienen las redes digitales para moldear nuestra sociedad.
La cultura de los Incels es un reflejo de lo que Chomsky y Bauman advierten sobre la modernidad. Es decir, un lugar donde la alienación, el poder del lenguaje y la falta de conexión real pueden llevar a extremos peligrosos. Para combatir este problema, las plataformas sociales deben asumir responsabilidad, moderar el contenido y ajustar sus algoritmos para evitar la propagación de ideas de odio. Y además es muy importante que tengamos una educación digital que nos permita identificar y cuestionar ideologías extremistas que encontremos en redes para evitar caer en este tipo de comunidades.
De igual manera, es importante tener en mente que la lucha contra estas ideologías no es solo en el ámbito digital, sino que también debe de darse en el ámbito social y educativo. Debemos de fomentar espacios donde las personas puedan hablar abiertamente sobre sus emociones y frustraciones sin miedo a ser juzgadas, y esto puede ayudar a prevenir que busquen apoyo en comunidades tóxicas. Además, sería fundamental invertir en programas educativos que promuevan la empatía, el respeto y la igualdad de género para poder construir una sociedad más justa.
Esto podría ayudar a hacer la diferencia y romper este ciclo de odio y aslamiento para construir un entorno más seguro para todos. En los padres y madres de familia también recae una responsabilidad enorme, ya que es sumamente importante tener parámetros para poder tener bajo control la vida digital de sus hijos. Es esencial instruirlos en el desarrollo de un pensamiento crítico, enseñarles a no creer todo lo que ven en Internet y fomentar un análisis más reflexivo de los contenidos, el conocimiento sobre la vida social y fomentar la educación en cuanto a temas de género.
Se debe promover un movimiento con urgencia para evitar la propagación de estos mensajes y uno debe darles las herramientas para que se puedan dar más información sobre la vida.