Este es un trabajo de Emiliano Espíndola realizado para la materia Taller de Investigación Documental de la Universidad Iberoamericana, campus Ciudad de México (3º Semestre, Mtro. Eduardo Portas, Otoño 2019)
ABSTRACT
El presente trabajo es resultado de una investigación documental que trata de penetrar los elementos que componen a la narcocultura, desde la serie de drama criminal mexicana; Narcos, siendo este el objeto de estudio. Expone los análisis realizados a la narcocultura, como construcción social, que crean ideales de expectativas de vida y legitiman este tipo actividades ilícitas a través de formas simbólicas como la; música, programas televisivos, religión, vestimenta, arquitectura y literatura; asimismo, muestra los contenidos simbólicos participes como el lujo, la ostentación, la muerte, la figura de la mujer, el poder, la corrupción, la muerte, entre otros.
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo pretende ser un análisis teórico-reflexivo sobre las manifestaciones actuales de contenido entreteimento, y como estos ocupan la narcocultura como herramienta, ya que es utilizada como base para la construcción de identidad personal y social de un espacio, siendo mi principal objeto de estudio la serie Narcos: México de la plataforma Netflix.
En México, la narcocultura tiene una fuerte presencia a partir de los setentas, esto debido al gran incremento y diversificación de contenidos como: la producción de películas, música (narcocorridos) ,series televisivas y documentales relacionados con el tráfico de drogas principlamente, pero también, por la difusión mediática que se les ha dado a los narcos en relación a su estilo de vida (lenguaje, consumo, vestimenta, acessorios, patrones, extravagancias, entre otros aspectos).
Es aquí donde surge otra cuestión importante,¿Qué estamos consumiendo?,la sociedad (audiencia) esta recibiendo constantemente este tipo de contenidos, tanto personas adultas como menores de edad, no nos damos cuenta del daño que esto conlleva, pues más allá de la forma en la que se nos esta siendo dada , lo alarmante es el contenido, pues ¿Qué clase de mensajes son los que estamos recibiendo?
OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN
- Conocer los elementos que componen la narcocultura, y una vez establecidos ubicarlos dentro de nuestro objeto de estudio, el cual es la serie Narcos: México.
- Conocer como emergió la narcocultura y como paso de ser una moda a ser considerado un proceso cultural
PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN
- ¿Qué es la narcocultura?
- ¿Qué elementos componen la narcocultura?
- ¿Cómo la serie Narcos emplea estos elementos para la construcción de sus personajes?
JUSTIFICACIÓN
La relevancia social de esta investigación reside en la hecho de conocer como se construyen personajes y espacios a través de la narcocultura, y como esta logra empatizar con la audiencia, También se busca generar conciencia sobre la clase y calidad de contenidos que estamos consumiendo y que riesgos conlleva en la sociedad.
METODOLOGÍA
En la presente investigación se realizara una búsqueda dentro de la plataforma Netflix, siendo nuestro objetivo la serie Narcos México, analizando los diez capítulos con los que cuenta la primer y única temporada, con el fin de analizar a los personajes y su entorno, en busca de escenas que me permitan a evidenciar y justificar mi investigación. Se utilizará la técnica de investigación documental.
ESTADO DEL ARTE
La narcocultura puede entenderse como un conjunto de elementos simbólicos que tienen significaciones tanto para quienes las producen y difunden, como para quienes las consumen y se apropian de ellas. Esta perspectiva se vincula a visiones antropológicas, sobre todo las que destacan la concepción simbólica de la cultura como las de Geertz (1973), Thompson (2006) y Giménez (2005).
La narcocultura es un fenómeno, cuyo estudio ha cobrado auge particularmente a partir de los inicios del siglo XXI, aunque ya en la década de los noventa se habían realizado algunos análisis sobre el tema (Santos et al. 2016, p. 9)
Por narcocultura se debe entender un tipo de (sub)cultura desarrollada principalmente en lugares donde existe una fuerte presencia del crimen organizado y el narcotráfico, cuyos símbolos, modos de comportamiento, ideologías, valores, creencias, estéticas y expresiones artísticas tienden a reflejar, regular y/o legitimar el modo de vida de los partícipes del crimen organizado. Muy importante es resaltar qué no se necesita participar directamente del crimen organizado para ser partícipe de la narcocultura (Moreno Candil et al (2016), Sánchez Godoy (2009) y Mondaca Cota (2012
A pesar de la influencia y las apropiaciones que se han hecho del narcotraficante en diferentes épocas, en la actualidad su influencia es mayor. A través del cine, la música, los medios masivos de comunicación, la literatura o el arte, este personaje encontró un lugar para consolidarse como un sujeto exitoso.
De esta manera se presenta una imagen de hombre con un capital económico exacerbado, de apariencia viril y con poder (en las instituciones gubernamentales), lo que le permite mantenerse fuera de la ley y vivir en aparente tranquilidad. Esta imagen, creada por el narcotraficante, que el medio social ha recreado, en apariencia es aceptada por los jóvenes sinaloenses, y también parece haber influido en diversos ámbitos de su vida cotidiana; algunos de ellos vinculados con la construcción de proyectos de vida, ya que a través del narcotráfico se puede obtener éxito. (Moreno, 2009)
Respecto de esta amplia relación entre cultura, economía y violencia, Castells ha reiterado que el crimen organizado está constituido a través de redes especializadas trasnacionales. El crimen global también alcanza los circuitos de la cultura. La identidad cultural nutre la mayoría de los grupos, y desde ahí aporta signos y claves que dan sustento a los nexos que se dirimen dentro de cada red. Pero la complicidad no llega a impedir los abruptos violentos que bullen intensamente. Y por si fuese poco, precisa, existe todavía «un nivel» mucho más alto de comprensión comunitaria dentro de tales organizaciones, que se va tejiendo sobre el sustento de «la historia, la cultura y la tradición», y que «genera su propia ideología legitimadora». (Córdova,2012, p. 11)
Como vemos, el narcotráfico ha tocado directamente a la cultura, que a su vez ha redimensionado y resemantizado estereotipos. Los efectos están en los estrados ideológicos. Es decir, desde aquí y desde la cultura los valores y la mitología del narcotráfico retornan a la vida real, en un flujo constante que incluye: mundo social; objeto cultural; producción, medios y mensajes; y recepción de las formas simbólicas —en lo que constituye la figura teórica del «diamante cultural» (Griswoold, 1994)—, que incide en la construcción histórica y contextual de los fenómenos sociales, concepto desarrollado por Gilberto Giménez (2007).
El problema es más complejo: el modus operandi de la narcocultura ha posicionado sus relatos en los canales privados de televisión, los cuales normalizan el imaginario de “ser alguien en la vida” como un asunto que se puede lograr sin necesidad de años de esfuerzo en una escuela (lejana y ajena a la sociedad). Se llama la atención sobre la urgencia de reconstruir algunos de los supuestos sobre los que está fundada la apuesta de la educación y cómo esta debe motivar a sus estudiantes a verla como un medio para formar ciudadanía y no como un fin para alcanzar el progreso económico y el prestigio social. Wilches (2014).
Dedicarse a las actividades relacionadas con la delincuencia organizada se convierte en un modelo aspiracional entre los jóvenes porque en corto tiempo adquieren poder, sin importar si la actividad implica ser sicario, mula o vigía. No obstante, representan parte de la juventud líquida no sólo como infractores de la ley, porque también ellos son víctimas de la explotación del crimen organizado y de la violencia estructural que restringe las posibilidades de su incorporación en contextos favorables en México. (Baca, 2017, p. 67)
La narcocultura es una de las repercusiones más notables del narcotráfico en Sinaloa, en donde a quienes realizan prácticas asociadas con ella se les conoce como buchones (Burgos, 2012). Existen espacios públicos o privados donde abundan los símbolos y significados de la narcocultura (Mondaca, 2012), aquí se les denomina campo buchón para, desde la perspectiva de Pierre Bourdieu, visibilizar que son espacios de fuerza, esto es, de relaciones sociales donde los buchones se organizan por jerarquías e intercambian y disputan capitales de distintos tipos: económico, simbólico, social y bélico. (Núñez et al, 2019)
Las historias en las producciones actuales ya no se limitan a un policía que pesca a un adicto que denuncia a un narcotraficante, o un abogado que defiende a la víctima o al mafioso; ahora ya los capos son el tema. La situación social norteamericana, el consumo de drogas y el negocio de las drogas, la convivencia multicultural y la creciente población latinoamericana, dieron paso a producciones más apegadas a la vida real. En Latinoamérica, las producciones giran en torno a los narcos y sus familias, entre ellas, las colombianas y en coproducción con otros países, como La guerra de los sapos, El capo, La reina del Sur, que aun llenas de violencia, se llegan a ver en horarios vespertinos de la televisión nacional. (Jarque, 2013, p.28)
En estas producciones estadunidenses transmitidas por la televisión nacional, la vida de los narcos son tema de series basadas en la vida real con personajes reales, como lo muestran las experiencias de los infiltrados en los cárteles, las mujeres de los mafiosos o los adictos que requieren de una intervención, es decir: ahora se puede conocer quiénes fueron los protagonistas alrededor de los narcos como una historia real documental o testimonial como lo son las series. (Jarque, 2013, p.28)
La población también construye una percepción divergente (positiva-negativa) del narcotraficante, ya que los hechos violentos han deteriorado el tejido social y la han orillado a tener un cierto rechazo por este grupo y su actividad. En suma, se debe considerar que la influencia actual del narcotráfico/narcotraficante tiene una base histórica la cual ha logrado crear una identidad en Sinaloa. Además, por las implicaciones que estos personajes han tenido en el proceso de desarrollo de la sociedad, no es de extrañar que la población siga aceptándolos, a pesar del costo social que la actividad le ocasiona a su vida cotidiana. (Reyes et al. 2015)
[…] surgen dos situaciones particulares: la primera, la revolución de los medios masivos y alternativos de comunicación que, gracias a los avances tecnológicos, se han convertido no solo en los nuevos organizadores de la opinión pública, sino en el lugar que la escuela ha descuidado, para orientar modelos de comprensión de las experiencias que afrontan los ciudadanos en su vida cotidiana. (Wilches, 2014, p. 68).
El segundo fenómeno es la aparición del narcotráfico a manera de modelo que desbordó el marco económico del prohibicionismo para inspirar estilos de vida ilegales, pero legitimados por amplios sectores de la sociedad colombiana, que lo asumen como una forma de progresar con rapidez y efectividad, aunque con riesgo y a corto plazo.
En razón a lo expuesto, se pretende ir más allá de los juicios condenatorios al modelo educativo colombiano, para llamar la atención sobre la necesidad de desplazarse, así sea por un instante, de las recomendaciones dictadas por las instituciones internacionales o las presiones de un modelo económico globalizado, para construir modelos pedagógicos que se relacionen de modo más directo y atractivo con los ciudadanos, contrario a la verticalidad profesor-estudiante y la obsesión por el cumplimiento de currículos y contenidos. (Wilches, 2014, p. 68).
[…] las fronteras entre la “narcocultura” y las culturas oficiales se presentan bastantes borrosas […]. El derroche, la opulencia, la transgresión, el incumplimiento de la norma y el machismo son, entre otras, prácticas sociales continuamente asociadas al “narcomundo”; sin embargo, vemos que todas ellas son en mayor o menor medida prácticas recurrentes en las culturas oficiales (Wilches, 2014, p. 73).
Estamos perdiendo la percepción individual y se manifiestan socialmente comportamientos nocivos asociados a la exposición mediática, estos efectos serían motivo de mayor preocupación; pero por el momento, aunque las dosis de violencia en la televisión van en aumento, para quienes regulan los medios. (Jarque, 2013, p.29)
Comparto la idea de Anajilda Mondaca, Juan Fernández, Juan Carlos Ramirez-Pimienta, y María Teresa de la Garza, quienes afirman que la prohibición al narcocorrido no combate, ni evita la expansión del narcotráfico, tampoco propicia que los jóvenes aspiren a ser narcotraficantes.
La música, como cualquier otra ex- presión cultural, es asociada, derivada como consecuencia, resultado o manifestación del narcotráfico. Concuerdo con Ramirez-Pimienta quien señala que de no haber un cambio drástico en las estrategias del Estado mexicano, el narcotráfico y sus producciones culturales van a continuar naturalizándose, es decir, vistas como algo cada vez más normal y aceptable. (Burgos, 2013, p. 177)
MARCO TEÓRICO
En el presente trabajo se utilizará el libro Why study the media, de Roger Silverstone para fundamentar el marco teórico, ya que representa un análisis y crítica sobre como los medios de comunicación están entre nosotros, impregnan y moldean a la vez nuestras relaciones, nuestras interacciones, y constituyen hoy una dimensión ineludible de la experiencia humana.
Roger Silverstone, nacido en el Reino Unido, estudió geografía y se doctoró en sociología. En 1976 ingresó en la Brunel University, donde ha desarrollado gran parte de su actividad académica, creando los estudios de comunicación e información y el Center for Research into Innovation, Culture and Technology, CRITC (1987). En 1991, se trasladó a la Universidad de Sussex, donde crea los estudios de comunicación y ejerce su actividad como catedrático. En 1998, se incorpora a la London School of Economics and Political Science, como primer profesor de medios y comunicación.
Televisión, vida cotidiana, política, sociedad, sujetos. En este libro, Silverstone, uno de los más importantes representantes de los estudios culturales anglosajones, analiza crítica, teórica y empíricamente las formas en que la sociedad y la cultura negocian y se interrelacionan con la televisión. Rompe la tradicional mirada sobre los efectos para entrar en la problemática de la manera en que la sociedad, desde sus diferentes estructuras y problemas, adopta la televisión.
Para esto recurre a un complejo conjunto interdisciplinario -psicología, sociología, antropología y etnografía, filosofía, geografía, etc.- que le permite ahondar en las dimensiones emocionales, espaciales, cognitivas, temporales y políticas que intervienen en la inserción de la televisión en la vida cotidiana. El libro así se estructura por diversas entradas que focalizan los problemas básicos de la sociocultura contemporánea y sus marcos teóricos y disciplinarios, y trabaja las tensiones fundamentales que el autor advierte en la relación entre televisión y vida cotidiana: creación, alienación, domesticidad y política. (Amorrortu Editores)
RESULTADOS
DISCUSIÓN
Durante la década de los setenta, emerge la narcocultura gracias al esplendor económico por el narco y con ella un agregado de elementos y expresiones culturales que fue apoderándose del espacio social y simbólico (Rincón, 2009), un proceso donde el narcotráfico fue haciéndose cada vez más presente y cotidiano en la sociedad mediante mecanismo de identidad
Mientras incrementaba, la narcocultura fue adquiriendo otro tipo de presencia, ya que antes solo se le consideraba un forma de expresión, e incluso se le considero moda en un ambiente único para narcotraficantes, sin embargo fue adquiriendo mayor poder y pasó a ser considerado un proceso cultural el cual estaba al alcance de toda la sociedad.
Debido al nacimiento de la narcocultura como proceso cultural, era necesario buscar una definición del término para marcar un punto de partida, durante la búsqueda autores como Baca (2017) y Wilches (2014) la han mencionado como un tipo de patrón o secuencia de comportamientos particulares que dos o mas individuos comparten entre si, así como ciertos elementos simbólicos asociados principalmente a actividades ilícitas. Durante esta búsqueda por encontrar una definición, también se ha llegado a la conclusión que puede considerársele una subcultura, ya que normalmente está se distingue por su contraste a los valores establecidos en una cultura dominante, y comparten otros, como tal no existe tal oposición. Por lo que establecerla como subcultura no corresponde necesariamente a lo que comprendemos por narcocultura. De tal como que la narcocultura se determina por las expresiones y códigos de conducta, su relación de una manera directa o indirecta en el narcotráfico o en el mundo ilegal y en su estilo de vida.
Sánchez (2009) menciona que la narcocultura es un universo simbólico con sistemas de cualidades y de creencias, de códigos y patrones no escritas que delimitan pautas de conducta, la cual es reproducida de forma social y culturalmente de manera regular, donde se muestran modelos de comportamiento caracterizados por un exacerbado «deseo de poder», en una búsqueda a ultranza del hedonismo y el prestigio social.
De esta forma, en el contexto de la narcocultura, las formas concretas pueden establecerse en elementos simbólicos y representativos como la vestimenta -es el claro ejemplo de Caro Quintero donde cambia su vestir a medida que va creciendo económicamente, llegando a tal grado que su ropa representaba poder y dinero debido a la opulencia y exentricidad-, cierto tipo de bebidas, la música de narcorridos -la cual es evidente este tipo de actividad en nuestro resultado de la escena número cinco-,la arquitectura, figuras míticas -tal es el caso que analizamos de Malverde, símbolo religioso para los narcotraficantes, así como la Virgen de Guadalupe entre otros. Por lo que podemos apreciar, la narcocultura comprende y sostiene componentes de gran valor simbólico que definen a una misma cultura: creencias, normas, reglas, valores, sistemas, costumbres, etc.
El consumo y el uso de estos bienes, tiene un valor de suma importancia para el o los seguidores de la narcocultura o vida del narco. Por una parte, es un elemento de carácter mercantil, pero a su vez simbólico, ya que refleja y se da a notar tu status y tu importancia en ciertos grupos, a los cuales otros sectores no pueden acceder, ya que se entiende que tener un nivel económico alto, vestir ropa de lujo, trasladarte en camionetas de alta gama, beber bebidas de gran renombre, así como escuchar narcocorridos son acciones que el actor despliega en el entorno, en su espacio urbano, el cual permite que el individuo cree y configure su visión del entorno.
Es un hecho que la televisión está sembrando -principalmente por noticas y productos de entreteiment (series, películas, recreaciones, etc.)- ideales y modelos a seguir en los jóvenes y niños: tal exposición bien puede contrarrestar o contribuir al problema.
Podemos hacer la comparación con los anuncios del alcohol y del cigarro, donde gracias a su difusión se dio un incremento, ya que al ser tan cotidiano para la sociedad llega ser naturalizado, esto es lo mismo que puede, o tal vez esta pasando con el contenido de narcocultura.
De unos años para acá, se ha visto un gran incremento en producciones nacionales y internacionales de series y telenovelas, en las que se muestra la problemático que México enfrenta de una manera casi cotidiana con temas relacionados al narcotrafico, venta y compra de armas, asesinatos, levantones, extorsiones, el consumo y distribución de drogas por mencionar alguno.
Los americanos y mexicanos no son ajenos a lo que sucede en ambos países con el conflicto de combate a las drogas, entre quien las vende y el que no quiere que las venda. El problema radica que aumenta la población de consumidores que por libre decisión consume este tipo de contenidos, y aun más peligroso lo recrea, alterando no solo su entorno, sino también la visión de los niños y jóvenes.
Observamos una gran gama de productos culturales como música, sombreros, cami- sas, leyendas, que identifican con algún personaje real o de televisión, síntoma de como la narcocultura se ha ido penetración de estos temas en la vida de las personas. Mientras tanto, en la pantalla sigue noticieros cada vez más gráficos y sangrientos, parece ser que no hemos visto la línea la ficción de la vida real.
CONCLUSIÓN
En su desarrollo persistente , la narcocultura va generando nuevos modelos para su estudio, situarla como el eje de la investigación ha sido vital porque responde a acontecimientos marcantes de cómo los medios crean contenidos entreteiment a través de la narcocultura para ser entregada a la sociedad, sin conocer el impacto que esto conlleva.
Dicha investigación invita a reflexionar sobre los alcances que puede tener, es decir, la narcocultura puede estudiarse desde una perspectiva enfocada a las expresiones y elementos simbólicos del narco , pero también pueden penetrar y alterar conceptos como identidad y entorno.
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