Red de silencio: ¿hay vida después de la trata?

Por Laura Chávez & Margaret Fink

Realizado para la materia «Periodismo de Investigación» de la Universidad Iberoamericana. Otoño 2013, Mtro. Eduardo Portas.

Yo he logrado sanar todo el daño que me hicieron, y como yo, hay muchas que hoy también lo están haciendo

Madaí tiene facilidad para hablar en público; su voz es dulce y cálida. ¿Su historia personal? Muy parecida a la de otras tantas sobrevivientes, a la de otras miles de víctimas que son «levantadas» en Veracruz, Oaxaca, Tlaxcala, estados donde los altos niveles de vulnerabilidad y marginación dan pie a esta problemática: chico conoce chica. Chica proviene de una situación económica y familiar muy vulnerable. Chico no resulta ser quien dice que es; chico es un proxeneta experimentado, que se la lleva a la Ciudad de México, con el fin de forzarla a prostituirse.

Aquélla es la historia que ya apareció en la radio, ya dio la vuelta en Internet, en conferencias, en redes sociales. «Parece de película», asegura Madaí, quien cuenta los detalles difíciles sin que la voz le tiemble ni un poquito. Las amenazas, los golpes y las vejaciones a las que fue sometida le hielan a uno la sangre, sobre todo al relatarse con aquél tono sereno y suave que ella posee, pues se genera una especie de disonancia aterradora; un contraste plagado de crueldad.

«Realmente los dos años que estuve [como víctima] siempre eran de llorar. Llegaba al cuarto, y era llorar, llorar, llorar y amanecía llorando, estaba en la calle llorando. Mucha gente me vio llorar, pero a final de cuentas no hicieron nada», cuenta.

Quizá aquello fue lo más terrible; qué nadie hiciera nada por la mujer que llora en la esquina.

Contexto para una realidad incómoda

Trata. Víctima. Victimario. Los casos de los centros nocturnos Heaven y Cadillac aún acechan en las páginas de los medios, así como retumban en un vagón de Metrobus los anuncios vociferantes de la activista y ex diputada panista Rosi Orozco, una de las voces contra la trata de personas con mayor presencia mediática hasta el momento. Cada vez hay más redadas en antros, de las cuales son rescatadas muchachitas de Colombia, de Europa del Este, de algún pueblo de Veracruz, aterrorizadas, y acostumbradas al silencio derivado de la esclavitud. Conseguir una declaración de una víctima de trata, que muchas veces no tiene más de dieciséis años y proviene de un lugar remoto, es mucho más complejo de lo que parece, pues, ¿cómo rescatar a alguien que tiene tanto miedo de ser rescatado, cuya voluntad ha sido quebrantada por amenazas todos los días?

Pese a que en la actualidad este tema se ha transformado en «la» polémica del momento, gracias a los esfuerzos de activistas y medios de comunicación, la trata de personas no es un tema precisamente nuevo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estimó en 2012 que 18.7 millones de personas se encontraban en situación de explotación, y dentro de esta cifra espeluznante, se consideró que por lo menos 4.5 millones sufrían explotación sexual.

No sólo cruzan por nuestras fronteras toneladas de narcóticos y armas de alto calibre: la OIT considera que en el mundo se trasladan entre las fronteras entre 800 mil y 900 mil personas.

Se habla de la trata de personas en estos momentos porque la situación actual que vive México ha permitido, en buena parte, la expansión de este delito. México, destino turístico popular, país de tránsito natural gracias la particular situación geopolítica en la que se encuentra, nación en la que la corrupción y la desigualdad se han quedado más tiempo del debido, poseedor de un territorio secuestrado por el crimen organizado, ofrece las condiciones idóneas para el tráfico de personas.

En México, la nueva Bangkok, como lo han calificado activistas en contra del delito de trata, se estima que hay doce millones de víctimas de este crimen, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Sin embargo, los números son inexactos: puede que la cifra sea mayor, debido a que las mayoría de las víctimas prefieren guardar silencio, ante el miedo a las represalias.

RECUADRO: ¿QUÉ ES LA TRATA DE PERSONAS? Por Trata de Personas se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño al abuso de poder o de situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación Sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o practicas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos. (ONU, 2000)

El Gobierno de EU emitió un informe en este año que ofrece noticias desalentadoras: aunque nuestro país ha realizado «progresos significativos», de acuerdo con el reporte, el problema de tráfico de personas con motivo de trata u otros fines se acentúa por cuatro grandes problemas: la incomprensión de los legisladores hacia la forma en la que se debe enfrentar el delito, el hecho de que grupos criminales estén involucrados en la trata, la complicidad de las autoridades con dichos grupos, y la falta de coordinación de los estados.

Leyes para proteger, realidades por enfrentar

Uno de los mayores esfuerzos que se han llevado en nuestro país para combatir esta situación es la promulgación de la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y Para la Protección y Asistencia a las Víctimas de Estos Delitos, que contó con un voto casi unánime de todo el Congreso, y se dio en parte gracias a las presiones de Orozco. Sí, esta ley representa un progreso sin lugar a dudas, pero, ¿es viable?

La doctora Olga Noriega es una mujer alegre, lo que contrasta un poco con su profesión. La investigadora del Instituto Nacional de Ciencias Penales se encargó de revisar dicha ley. Cuando Noriega habla, demuestra una preocupación constante por quienes llama, «los olvidados» del sistema, las víctimas. Rara vez aparece en su discurso la palabra «victimario», pues su especialidad y verdadera pasión de vida es la protección a quienes han sufrido los efectos de un delito.

«Creo que la ley vigente [la Ley General de Trata] es un gran paso para la atención a las víctimas. Ahora lo importante es bajar todo eso a la realidad, con voluntad y presupuesto», habla Noriega.

RECUADRO – ¿DE QUÉ TRATA LA LEY DE TRATA? «La ley de trata propone sentencias de más de cuarenta años a quienes realicen actos de explotación o abuso sexual, prohíbe la publicidad que promueva el ilícito en medios masivos, señala que se debe reparar el daño a las víctimas de manera integral, propone la creación de un fondo para indemnizar y asistir a las víctimas, entre otros puntos».

Sin embargo, en los últimos meses de 2013, en el Congreso se han presentado una serie de iniciativas de reforma y cambios a la ley, que han generado una polémica divisoria entre activistas, coordinadores de refugios especializados, y diputados y senadores. Entre lo que se propone está la derogación de artículos, eliminar agravantes, desaparecer el Fondo de Recursos Especial para Víctimas de Trata y desechar la ley que sanciona la publicidad que fomenta el ilícito, entre otras.

Rosi Orozco tiene la voz grave, y una presencia que denota, de forma paradójica, cierta familiaridad maternal, así como el desapego carismático habitual en los personas de política. Ellaes una de las principales voces en contra de la reforma. Sus críticas aparecen seguido en Twitter.

«Por supuesto que toda ley es perfectible, y yo estoy a favor del avance, pero no podemos permitir que las víctimas pierdan derechos adquiridos. Esto no puede ocurrir, porque desde la reforma al artículo primero de la constitución, está prohibido ir para atrás en derechos humanos», dice Rosi.

¿Garantiza la Ley protección a quienes han sufrido trata? Podría ser, pero la ley no es panacea. Aún presenta una serie de problemas, que no serán fáciles de remediar. Empecemos con uno: el presupuesto.

Julio Hernández, de la Comisión para la Ley General de Víctimas, señala que el presupuesto para la atención a víctimas de trata ya está contemplado en otra ley más amplia, la General de Víctimas, por lo que es necesario eliminar el fondo específico que establece la Ley General de Trata. El punto de un solo fondo es una de las propuestas de la reforma.

El presupuesto que contempla la Ley de Víctimas corresponde al 0.014 por ciento del presupuesto nacional de egresos de la presente legislatura, lo que representa el monto mínimo que se le debería otorgar al órgano nacional. Y aún no está definido del todo si se aprobará estos fondos.

Otro problema es la homologación de los tipos penales, que pueden crear controversias entre las leyes estatales y lo establecido a nivel federal.

«No podemos tener tantas leyes, tan diversas, tan complejas. Tenemos que homologar las leyes, homologar los criterios de políticas criminales, homologar las políticas de prevención, atención y persecución del delito. Es toda una coordinación que se tiene que llevar a nivel municipal, estatal y federal», explica Noriega.

Si bien el avance en materia legislativa es palpable, aún queda un gran camino por recorrer. Romper el silencio no puede quedarse en la ley. Además, el Estado no puede permitirse encauzar los recursos únicamente a la punición del delito, sino a la atención total de las víctimas que lo sufrieron, y a la prevención, al intentar que una situación terrible no vuelva a repetirse.

A pesar de que sólo han pasado ocho meses después haber sido emitida la Ley General contra la Trata, el reporte de la OIT se mantiene ahí, inamovible, como una sentencia imposible de apelar: México mantiene la misma posición y calificación desde 2001, la categoría número 2, que agrupa a los gobiernos que aún no logran cumplir con los estándares mínimos, y se le unen países como Irán, Corea del Norte, Cuba, China, Rusia, entre otros.

Ahora, importa preguntarse cómo México puede salir de esta categoría, sobre todo cuando este tema, el de coyuntura, el que aparece en todos los periódicos, responde a una cuestión estructural, que intercala problemas profundos que se han arrastrado desde tiempos inmemoriales, como la corrupción y la prevalencia del crimen organizado. La ley puede responder este cuestionamiento, y es el punto de partida de este reportaje.

Pero no basta la voluntad política; el problema de la trata es muy complejo, e involucra una serie de múltiples factores, únicos en su tipo, por lo que las instituciones que tendrán la facultad de reinsertar a las víctimas en la sociedad no les bastará con conocer la ley, necesitarán capacitación.

El doctor Emilio Maus Ratz, director del Área contra la Trata de Personas de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos sonríe: desde el año pasado ha viajado como representante de la CNDH por casi todo el país, coordinando la capacitación de autoridades locales, entre procuradores, jueces, agentes policiales y migratorios en relación al tema de la Trata de Personas.

«Hemos capacitado a más de 70 mil personas de 2010 a la fecha», asegura.

Sin embargo, acepta que aún queda mucho por hacer. Recuerda el caso de una víctima de trata que sufrió lesiones graves en su intento de escape, y no pudo recibir la atención médica ni psicológica requerida, debido sobre todo al hecho de haber sido extranjera, pero también por la incompetencia de las autoridades.

La ley, en su dimensión abstracta, se aleja de la realidad subjetiva de cada historia de una víctima. Al final, ellas son el centro de esta historia. Ellas son la prueba viviente de que la libertad regresa a las personas. Y, al final, son sus palabras, silenciadas durante tanto tiempo, las que deben escucharse antes de todas las demás.

El primer paso, la denuncia

«Voy a la procuraduría, y hasta en la tarde-noche me apoyan; me llevan a hacer un recorrido para ubicar los lugares donde más o menos yo sabía que él andaba. Vimos y sí estaba, pero pues no tenían una orden de aprehensión. Hasta el martes dí mi declaración y no me acuerdo si ese mismo día… el chiste es que el día 1º de febrero de 2012, a mi me estaban canalizando a Fundación Camino a Casa y a él, al Reclusorio Oriente», cuenta Madaí.

Hoy en día, la opción ideal para una víctima es denunciar: acudir al Ministerio Público y levantar una denuncia. Suena simple: eres agredido, acudes a las autoridades y tán-tán. Después puedes acudir a Províctima o Inmujeres, instancias gubernamentales encargadas de la atención a las víctimas. Un sencillo proceso que, sencillamente, no funciona.

«El juez tarda 72 horas en dictar una orden de protección. Nos ha pasado que las víctimas salen de la agencia del ministerio público, revictimizadas por la falta de sensibilidad y al día siguiente amanecen muertas», puntúa Olga Noriega.

Por si fuera poco, a las mujeres (aunque no se niega que también pueden ser hombres, pero es raro el caso), que asisten a las dependencias no siempre se les atiende de inmediato. «Busquen a Províctima», les dicen. Así de sencillo.

Entrevistamos a un funcionario de Províctima. Nos platica sobre los servicios que ofrece la institución a las víctimas que así lo requieran: asesoría legal, servicios de salud, consultoría psicológica, búsqueda de personas y ofrece trabajos sociales para reinsertar a las personas a la sociedad. Asegura que atienden personas que han sufrido toda clase de delitos.

«No, no nos canalizan a las víctimas acá. Somos una dependencia aparte de los ministerios». Ellas nos tienen que buscar, puntúa. La clave está en ellos tienen.

Marcamos al número especial para atender a víctimas de trata que aparece en el sitio web de Inmujeres DF. No contestan. Marcamos una hora después. Nada.

Rosi Orozco es más optimista. Afirma que el DF es el más aplicado, con 70 denuncias, igual que Chiapas. Puebla sería el tercero, con 17 sentencias. Confirma que en estas entidades ya cuentan con víctimas rescatadas, en proceso de re-inserción a la sociedad. Por primera vez, ratifica, hay sentencias en Tlaxcala, quizá el estado con mayor problema de trata. Pasos de hormiga.

Sin embargo, al menos en el Distrito Federal, las denuncias de mujeres por casos de trata suelen quedar sin reparación del daño. A pesar de que al día de hoy existen 32 sentencias contra este delito, a las afectadas no se les ha pagado indemnización alguna, de acuerdo con datos del tercer informe emitido por el Observatorio contra la Trata de Personas, formado por varias organizaciones que buscan la erradicación de esta práctica.

El segundo paso, el refugio

«Desde el momento en que se rescata a alguien que ha sufrido esta situación, se debe darle a entender que no se le re-victimizará. Hay que cuidar su autoestima, y hacerles ver su vida como algo valioso», explica Orozco, quien trabaja en conjunto con varios albergues del DF

«La Procuraduría del Distrito Federal (PGJ) nos las canalizan y así es como llegan. Digo, primero llegan a Fundación Camino a Casa, como primera parte, y luego el segundo paso es Fundación Reintegra», explica Madaí, quien además de ser sobreviviente, es presidenta honoraria de la Fundación Reintegra A.C., una de las múltiples organizaciones no gubernamentales enfocadas en la reinserción de víctimas del delito, y dirigida por Germán Vilar y Lorena Arrieta, un matrimonio de activistas con una voz importante en contra de la Trata de Personas.

Reintegra, A.C. es una de 47 organizaciones de Trata de Personas que existen en México. Por un lado, ofrecen asesoría jurídica a las víctimas, quienes, de acuerdo con Madaí, son «canalizadas a los albergues directamente de la Procuraduría». También ofrecen capacitaciones, recursos y herramientas para que quienes vivieron el delito tengan la oportunidad de recomenzar, de fundar sus propios negocios y tener una vida digna, después de la obligada etapa de sanación psicológica. Es un modelo que siguen la mayoría de las organizaciones y albergues, al menos, aquellos enfocados en la reinserción social de las sobrevivientes.

Los relativamente pocos albergues hacen lo mejor que pueden. Existen cuatro refugios especializados en el país, uno en Baja California y tres en el Distrito Federal. Pocos para México.

«No hay uno solo de hombres, no hay ni uno para niños o niñas con problemas de drogas, no hay nada. Llegas a recatar a una niña que está con problemas de drogas fuertes, inhalando activos, y es muy difícil colocarla en un albergue donde no hay otras niñas con el mismo problema. Falta mucho por hacer. Duele, duele en el alma. Hay niñas que han sido re-victimizadas de una manera pavorosa por la falta de refugios para víctimas de trata especializados en drogadicción», asegura Orozco.

Además, el trabajo de los albergues tiene que ir más allá del mero asistencialismo. Así lo cree Xavier Hernández, coordinador de otra A.C., Fundación Infantia.

«Sí hay vida después de la trata. Sí la hay, pero la tienen que hacer ellos. Nosotros sólo apoyamos, no nos hacemos cargo de la vida, porque no podemos. Al fin y al cabo, y te lo puedo decir, y es lo que siempre he dicho, una víctima es un líder, haber vivido lo que vivieron, y tener ganas para salir adelante, eso es una persona que es líder, no hay otra cosa», asegura Xavier, bastante seguro de sus palabras.

Su fundación cuenta con un Centro de Desarrollo Humano, es decir,  un modelo de consejería que además de ofrecer asesoría legal y psicológica a las víctimas de muchos delitos, busca opciones de empleabilidad asentadas en la realidad.

En Infantia, la reintegración es importante, pero no puede lograrse sin analizar bien a bien cuál y cómo es ese mundo al que la o el sobreviviente va a tener que enfrentarse. Al día de hoy, hay 120 jóvenes dentro del programa. Xavier no quiere decirnos cuántos de ellos han pasado por una situación de trata de personas; se encoje de hombros y dice no estar seguro.

«Se trata de acercarles esas herramientas, no ser asistencialistas y decir ‘Ay, pobrecito de ti, ten esto’, porque eres víctima, ‘ay, pobrecito de ti, no te preocupes, mira, te voy a estar dando dinero yo, no vayas a preocuparte porque eres víctima’. No los tenemos que tomar con pincitas, los tenemos que tomar como personas, porque lo único que hemos hecho durante todos sus años de victimización, es hacerlos cosas. Si ahorita, los tratamos como cosas, van a seguir siendo cosas. Si los tratamos como personas, con derechos y obligaciones, van a empezar a modificar su forma de pensamiento», aclara.

De unos años para acá, Xavier ha pactado con varios grandes hoteles en la Ciudad de México, Cancún y Puerto Vallarta, con el fin de encontrar espacios de empleo real para los chicos y chicas de la fundación, quienes se inscriben en capacitaciones rigurosas para, a su término, convertirse en camareras, cocineros, cajeros, quizá managers. 

El doctor MausRatz, por su parte, ve un panorama favorable con respecto a las organizaciones civiles.

«Han procurado la vinculación el sector empresarial, también para propiciar que puedan obtener un trabajo, y puedan obtener una capacitación en un entorno favorable que el que se respeten sus derechos humanos. En fin, tienen la posibilidad de que se les abra un panorama, y se les ayude a dignificarse a través del ejercicio de un trabajo profesional», afirma. Considera que el trabajo de las organizaciones, muchas de las cuales trabajan codo a codo con la CNDH, es importante, pero aún se encuentran muchos retos por vencer.

El tercer paso, la libertad

La Sullivan. Varias patrullas dan vueltas a la manzana. Filas por todas partes; de 20, 25 niñas, y muchachas que esperan con los brazos cruzados. Filas dobles de automóviles. El sonido de la sirena de una patrulla irrumpe, y chicas, y clientes, y automóviles se escabullen, como insectos asustados porque, de pronto, alguien encendió la luz. A los cinco minutos, la calle vuelve a surtirse de chicas, de clientes. Nadie toca el claxon. Los clientes esperan, con paciencia, su turno.

Madaí quiere olvidar esa calle. Hoy estudia Derecho. Apenas cumplió el año dentro de Reintegra. Dice sentirse joven, y como cualquier universitaria, está en proceso de comerse al mundo. Sueña con ser magistrada, juez. Quizá, ganarse alguna candidatura como diputada local.

«Yo sé que el día de mañana… digo ahorita me toca hacer muchas cosas: hablar de la trata, hablar de lo que viví y hablar de todo… pero yo sé que algún día (y ese es mi sueño más grande) es terminar con la trata de personas y tengo la convicción de que ya no hablaré de lo que me pasó y que me dedicaré a hacer otra cosa», cuenta.

Mariana Ruenes tiene sólo 21 años. Un día, fue con una chica de una fundación por unas hamburguesas.

«Yo antes no tenía interés en estas cosas. Hasta que la joven me contó su historia», relata. Hoy Mariana dirige su propia iniciativa, @SinTrata, una organización que busca la erradicación de la trata a través de campañas de prevención y sensibilización entre el público joven.

Mariana se pregunta, ¿qué hay del consumidor? Se habla de víctimas, pero no se puede aludir a la posibilidad de una víctima para recuperarse a sí misma si se olvida al victimario. A todo efecto, una causa. Mariana reparte playeras entre los interesados por su causa. Llevan la leyenda: «Un hombre de verdad no compra mujeres».

Con respecto a quien contrata una prostituta, El doctor asegura que las campañas de prevención que fomentan todas las organizaciones, como Reintegra y Fundación Infantia, deben tener un impacto en todos los niveles sociales, y particularmente, en los consumidores potenciales.  Y en aquellos que no hicieron nada ante la mujer que lloraba en la esquina.

«Se debe sensibilizar al consumidor y al consumidor potencial y hacerle ver la responsabilidad que tiene tanto social, como ética, e incluso jurídica, cuando solicita servicios que derivan de la trata de personas. Actualmente la ley de trata, la ley general en materia de trata de personas sanciona al consumidor, al cliente que solicita los servicios de una persona que está sometida a trata de personas»

Tanto el doctor Maus como Madaí coinciden en un aspecto: ser víctima de Trata puede ocurrirle a cualquiera.

«Un mito que me parece está muy presente, es pensar que esto no nos pasa a nosotros. Que es algo que sucede lejos, lejos de nosotros. Y tristemente podemos constatar que es un delito que está a la vuelta de la esquina, que puede estar en nuestra misma cuadra, colonia», advierte Maus.

«Nadie está exento de ser víctima de trata. No importa si eres güerita, blanca, rica, pobre, lamentablemente ya no. Ahorita ya esta situación abarca parejo», dice Madaí.

La entrevista ha terminado. Madai se levanta. Hace tiempo que se le acabaron las lágrimas. Sólo le queda seguir caminando. Tiene un único deseo: que a su tratante, a quien le acaban de descubrir otro caso en Aguascalientes, le den otros 20 años de prisión.