Por Claudia Reyes Moreno

ANTECEDENTES

“Las personas se comunican, actúan unas sobre las otras e intercambian significados; no son simples peones de fuerzas objetivas más poderosas […] en lugar de ello, su carácter como comunicador se convierte en el factor principal y la sociedad

en un mero lodo residual” (Tudor 19). En esta cita el autor nos menciona que el hombre tiene el papel más importante en este proceso, pues lo que hace por medio del cine es darnos a conocer su alrededor, su forma de pensar y sus sentimientos, por esta razón, hemos visto que es fácil que influya en la sociedad y sus tradiciones. “[…] nadie puede dejar de mostrarse sensible a aquello que, en la obra de arte, revela nociones clásicas de belleza y tradición […] reconocer en el cine una de las grandes formas del arte, la que mejor puede traducir el nuevo dinamismo de nuestro mundo moderno […]” (Chaplin en La Función del cine 10).

“Se produjo una amplia articulación común de creencias, aspiraciones, antagonismos […] en las sociedades modernas, por primera vez los hombres podían compartir los mismos sentimientos simultáneamente y en todos los lugares que era posible proyectar una película” (Tudor 12-13). Esto es una afirmación que nos describe cómo funciona el cine y que resultados obtenemos al estar viendo una película.

Por otro lado, nos mencionan como estamos expuestos a absorber toda la información que el cine nos brinda, y es nuestra decisión adaptar esta información a nuestra vida o seguir adelante sin ella. “Disponemos en delante de la facultad de absorber sin límites la vida universal entera, hasta en sus manifestaciones menos accesibles al ojo humano […] Las posibilidades del lenguaje cine gráfico se nos aparecen así como prácticamente ilimitadas (Faure 134).

El cine ha sido un modelo cultural que encierra público, comunicadores y medio y esto a su vez forma parte de las llamadas “masas” las cuales han formado respectivos grupos culturales y como nos dice Tudor “La cultura popular se concibe como un medio de satisfacer necesidades frustradas y como modo de confirmar actitudes ampliamente aceptadas” (Tudor 205). Y no solamente actitudes, también valores que serán llenados por medio de los géneros cinematográficos que forman parte de la cultura de masas que al final van a repercutir en sus acciones dentro de la misma sociedad.

“En casi un siglo de existencia, el cine se ha establecido como un medio de comunicación, la industria del entretenimiento, y una importante forma de arte con posiciones teóricas y asisten a escuelas de crítica casi desde el principio” (Burke 21).

Gracias a todo esto, hemos visto la relación entre la estructura social y el cine. “En sus manifestaciones más crudas esta visión sugiere que la sociedad causa de algún modo las películas, ignorando el hecho de que la relación entre institución y sociedad es una interacción completa” (Tudor 157).

“La misma existencia de un conjunto de parámetros convencionalizados, en los géneros empuja las películas hacia la norma” (Tudor 195) por lo cual se han formado consecuencias directas en la sociedad. Así se han formado los géneros, los cuales están encargados de determinar los valores que son aceptados dentro del grupo social. “Los géneros, como parte del cine popular, pertenecen a la cultura de masas […] su importancia sociológica estriba en su función de determinante de las acciones de las “masas” (Tudor 195).

A lo largo de la historia, han existido muchos representantes del cine, uno de ellos es Charles Chaplin, “Charles Spencer Chaplin encarnó el cine para millones de personas durante varias generaciones, Chaplin era un cómico genial cuyos trabajos darían brillo a la pantalla. Su sola presencia era suficiente para asegurar el éxito comercial de una película” (Piña 8).

Se ha considerado el único genio del cine que se ha dado a conocer “Si se reuniese todo lo que se ha escrito sobre Charles Chaplin y sobre su obra se podría formar una importante biblioteca” (Jeanne 268).

“Tiempos Modernos, la genial parodia cinematográfica creada por Charles Chaplin muestra al mundo industrial en su más descarnada faceta: la alienación del trabajador” (Colegio 24hs 16).

Otra de sus grandes obras fue El Gran Dictador, en donde retrata la vida de la sociedad en el tiempo de Adolf Hitler, personificándolo cómicamente. “No os entreguéis a esos hombres anti-naturales, a esos hombres-máquinas con corazón de máquina. ¡No sois máquinas! ¡No sois ganado! ¡Sois hombres! ¡Lleváis en vuestros corazones el amor de la humanidad!” (Chaplin en El Gran Dictador).

“La grandeza del cine de Griffith o Chaplin, era que su estilo también era abstracto, solo que en esta abstracción, que podía ser inconsciente, había cierta inocencia” (Badiou 47). Esta grandeza podemos verla gracias a que sus películas siguen vigentes. “Fue nuestra generación una verdadera generación precursora, pues todavía se están riendo de nosotros” (Green 1).

El personaje creado por Chaplin que apareció en todas las películas se llamaba Charlot el cual dice el propio Chaplin que “Charlot constituye una síntesis de muchos ingleses a quienes vi en Londres cuando vivía allí” (Chaplin 56). Fue un personaje representativo de su obra, que analizándolo a profundidad, sintetiza a toda la sociedad inglesa de su época.

El trabajo que realizó Chaplin ha gustado a todo el mundo por su originalidad, simplicidad, su nivel de ingenuidad que tenía para representar las situaciones no tan favorables, y él mismo nos dice “Mi objetivo ha sido exclusivamente gustarme a mí mismo. Pues, cuando he reflexionado en la cuestión, se ha impuesto a mi mente la convicción de que a quien to intentaba agradar era al hombre de la calle. ¿Y acaso no era yo ese hombre de la calle?” (Chaplin 31).

“Este éxito del cómico fue debido a la singularidad de su personaje, a la sorpresa que provocaba. Su ridículo atuendo, los rasgos de su rostro, y, además, su interpretación, acusaban un contraste impresionante con los de sus compañeros” (Leprohon 58).

“Pero aunque se divierta en poner a su personaje en las situaciones más embarazosas, Chaplin nos dispensa de los remordimientos que podría dejarnos nuestra risa. Pues Charlot suele escabullirse, con una soltura magistral, de ese ridículo, de ese embrollo en el cual se halla situado. […] parece que se deleita en crearse los peores fastidios para luego salir graciosamente de ellos” (Lephron 58).